Clases de civismo
Recuerdo que al recibir mi horario en primer año de secundaria, lo primero que llamó mi atención eran las clases que nunca había tomado. Español (ya la tengo), Matemáticas (Ya la tengo), Historia (Ya la tengo), Civismo (Civi ¿qué?).
Si, tenía una materia llamada civismo, es ese momento, no quería preguntar por miedo a ser el único inculto que no sabía lo que significaba esa palabra. Y tampoco sabía que te podían enseñar en esa materia. Pensé que seguramente no se refería al cinismo, porque obviamente eso no te lo enseñan en la escuela (¿o si?).
Con ansias y sin buscar significados esperé mi primer clase de Civismo, sonó la chicharra que marcaba el cambio de clases y salimos todos a nuestro receso de 5 minutos que teníamos entre clase y clase (el tiempo era justo, nos alcanzaba para una entrada de béisbol, un gol en fut ó las 8 -4 y 4- oportunidades de americano). Todos regresaban al salón y yo seguía esperando a la persona que tendría que darnos esa clase.
A lo lejos vi a una señora con el pelo chino y esponjado al estilo de Anabel Ferreira en uno de sus personajes (una que decía: “fíjate mijito… mju mju”). Además, era fea.
Rápidamente nos preguntó si alguno de nosotros sabíamos algo de civismo, y todos contestamos que no, y más o menos no explico que era lo que al final del curso escolar deberíamos de “saber”.
Tal vez Bobbio, Hobbes y Viroli soñaron con un grupo de púberes debatiendo sobre grandes temas que trascienden cualquier escenario nacional: el amor a la patria, la libertad, los deberes y los derechos de la ciudadanía. Pero ese precisamente no era nuestro caso. Nosotros solamente aprendimos los días de fiesta nacional (sobretodo los asuetos), alguno que otro artículo de la constitución (no creo que hayamos visto más de 5).
Ayer, recordaba a esta maestra, ya que precisamente frente al Instituto México (que no es mi Alma Mater) un trío de señoras tuvo a bien detener sus coches en doble y triple fila, para recoger a sus hijitos. Esperé pacientemente 2 canciones mientras pensaba en que pasaría cuando mis hij@s estuvieran en la escuela, y que clase de padre sería. Al final de la segunda se abrió el paso para que yo continuara mi camino.
Continué en el camino pensando en el Quack mayor, un pato que será tal vez padre de familia, que tal vez tenga un coche como… ese (frente a mi pasaba un Rover negro). Y pensaba en las características que debería tener. Sería un Yo: ¿honrado?, ¿seguro?, ¿confiable?, ¿patriota?, ¿respetuoso?, ¿amable?, ¿sincero?.
Muy bien, sobra decir que el conductor de dicho Rover era bastante lento, y se detuvo a mitad de una calle para ver si “lograba pasar”. Yo ya estaba un poco intranquilo porque debía de llegar a mi destino con rapidez, así que toqué el claxon para solicitarle al conductor avanzara, ya que era obvio que no había un automóvil que amenazara su integridad física.
El conductor bajó el cristal de su puerta solo para que yo descubriera a una “señorita” de “no más de 22 años”. La cual se asomó con una cara de pocos amigos, que creo que alguna vez le vi a mi hermana en un torneo de Tae-kwon-do. Y gritó: “CALLATE IMBECIL”.
Un silencio sepulcral se adueño de la colonia. Los transeúntes que iban a cruzar la avenida de se detuvieron con asombro y miedo. Seguramente el perrito chihuahueño que había captado mi atención segundos antes controló sus esfínteres y la miró detenidamente.
La cívica conductora avanzó unos centímetros para dejar mi vehículo pasar, una vez a su lado me miró con ojos de: hermana mayor malhumorada a punto de partirte la madre.
Yo simplemente le sonreí.
4 Comments:
Jajaja... deberían seguir impartiendo esta clase aún despues de graduarse de la carrera, hay mucha, pero mucha gente que realmente esa clase la pasó de noche, tanto en la escuela, como en casa. Cuestión de educación, hay veces que hay mucho dinero y poca educación.
Y está tambien el caso de los "Camioñeros", esa escoria al volante mejor ni la menciono otra vez, que ya les escribí su respectivo post.
Saludos y buen fin.
Si usted conociera las clases de civismo del Instituto México comprendería mejor...
Como adelanto (las daba -las clases- un ex-árbitro de futbol)
¿Civismo? y eso, ¿de dónde salió?, si en nuestro país... no hace falta eso... nada como una buena mentada de madre para que todo funcione... jajaja
Que bueno que hay gente como Don Quack, que nos recuerda: "portense como deben, no como saben"
Jajaja... nada como una mentada de madre, jajajajaja...
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