jueves, agosto 25

Solo fue un regaño más.

Es por mis conocidos sabido (y ustedes están a punto de saber) que soy capaz de dormir en todos los lugares del mundo. Me he quedado dormido en un taxi en Nueva York, en hora pico, en una banca en Milán, mientras esperaba a Kike; frente a un Museo del que lo único que recuerdo es que dentro tenía “La piedad” de Miguel Ángel; en Pisa, en el museo de un costado de la Torre, en la biblioteca del ITESM CCM, en el salón de la clase de Economía Internacional, en alguna estación de autobuses, en el examen final de mi curso de Valores Socioculturales en Europa y Latinoamérica, en un famoso aeropuerto inglés, en el escritorio de mi cuarto, en mi cama (obvio) y hasta debajo de mi cama me he dormido alguna vez (nótese que mi cama no es litera). Es más, alguna vez me quedé dormido en casa de alguna de mis exs y su mamá nos despertó a la mañana siguiente (ambos estábamos en la sala).

Ese día llegue muy cansado de la universidad, la muchacha estaba arreglando mi cuarto y no había manera de ir a dormir a mi cama, ergo, tome mi edredón y me lo llevé a la sala. El frió circulaba por la casa, seguramente alguna ventana de la cocina estaba abierta y mi hueva era suficiente como para que en lugar de hacer algo solo me arropara fuertemente y me durmiera.

Un súbito grito interrumpió mi descanso, seguido por un regaño sin igual. Rápidamente me incorporé y me tallé los ojos para tratar de regresar a la realidad. Recuerdo que el sueño se desarrollaba en la tranquilidad de Isla Navidad, donde unas modelos trigueñas trataban de enseñarme a jugar golf (deporte que por más que lo intentan, nadie ha logrado enseñarme bien).

Pasaron alrededor de 3 minutos antes de que pudiera salir completamente de mi letargo, y víctima de los manoteos de mi Bolita® (abuela materna) me volví al lugar donde solo unos minutos antes descansaba mi cuerpo y note el motivo del regaño.

Una mancha de 10 centímetros cuadrados había invadido uno de los cojines negros. Rápidamente mi cerebro pensó en la manera de salir al paso de este suceso tan bochornoso:
Hay una gotera (Ja, estas tonto, o qué, no pueden haber goteras en la planta baja, pinche película de Agua Turbia, daño 2 ó 3 docenas de axiomas y ahora no están haciendo bien sinapsis tus neuronas)
La Kinny® se había orinado ahí (si claro Quack, y después tú, muy obediente te fuiste a dormir justo sobre los orines de la perra, además toma en cuenta que esa perra seguramente está más educada que tú, toda la familia esta segura que tuvo lo que la gente común llama Ivy Education®)
Se me cayó un poco de agua (No seas pendejo; eso solo la haría enojar más, por tu falta de cuidado y de coordinación motriz)
Sin más, acepté mi culpa, falta de cuidado y organismo baboso.

A partir de ese día tengo prohibido agarrar uno de los cojines de la sala para usarlo de respaldo, almohada o de cualquier cosa que implique me puedo quedar dormido y babearlo.

1 Comments:

At 3:43 p.m., Blogger Milton said...

jajaja no mames...pinche manchoa con razon ahora tienes dos cojines en tu cama, han de ser los que babeaste culey!

 

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