Si, ella duerme la siesta después de un largo y cansado viaje, carga con su cámara hasta para ir al antro, y no está de más confesarles que le toma fotos hasta al techo (ojo, no estábamos en la Capilla Sextina, o un edificio islámico con arcos polilobulados, domos o entrepisos).
Lulú Marina pozarriqueo, digamos que en el estilo socialité del Rancho.
La encontré por primera vez en la calle dispuesta a dar su primera caminata por Poza Rica de Hidalgo, Veracruz; ella iba con su familia dispuesta a ingerir algún manjar exótico de la región. Mas tarde me explicaría que le gusta eso de comer cucarachas. Realmente no creo que nadie tenga un paladar
TAN dispuesto a probar distintos sabores en un viaje.
La puntualidad ante todo, fui yo el que llegó unos minutos tarde para hacerles el tour:
“Conociendo el Rancho en 15 minutos”.
Destino 1:
La 20 sightseeing, paseo por la calle con más movimiento nocturno de la ciudad, durante sus 12 cuadras de extensión les fui presentando los lugares in, los out, los puntos de reunión de los jóvenes, adultos, fresas, nacos y demás.
Destino 2:
El cerro del Abuelo, que mejor que una vista de todos los foquitos del Rancho y sus quemadores.
Destino 3:
La Botica (
si, era lunes y era el único antro abierto), como las grandes, Lulú Marina hizo que la cadena se abriera delante de ella (solo segundos después de haber llegado) y se dispuso a pagar el exorbitante cover.
¿Chelas?... pues chelas; así llegaron 2 cubetas, uno que otro tequilita y cubas. La noche era recordando los 90’s, así que no hubo canción que no pudieran tararear, cantar o bailar. Creo que más tardó el mesero en traer la primera cubeta que Lulú Marina en hacer un complejo scanning por el antro para seleccionar el “amigo” que le debería presentar.
Que triste, me di cuenta que a ella le gustan los galanes de descuento, “TODO A 1.50 (
metros)”. Ni hablar, preferimos seguir la fiesta en Petit Comité.
Salimos directo a comprar unas chelitas por aquello de continuar la fiesta en el Hotel.
La segunda salida fue de más socialité, ya no iban sus prim@s, y solo salimos Lulú Marina, su hermano y yo. Primero fuimos por unas chelas a Crudalia, después, Lulú Maria demostró sus dotes de diva y paró el tráfico para que su hermano y yo pudiéramos con miedo cruzar cual rancheros. 3 esquites de diferentes tamaños, para danos cuenta que la señorita cuida su esbelta figura, ella lo pidió pequeño y natural.
Después de dar su Rol por una de las fiestas de la ciudad, y por los lugares por donde después serían fiestas, caímos a un pequeño lugar para continuar con la fiesta. Light, por al día siguiente salían a carretera, y no se nos fueran a marear los turistas. No quisieron ir a la fiesta de la socialité en un rancho, porque se iban a manchar las zapatillas de la señorita (
no, no es cierto, pero ese pretexto suena más creíble que lo de dormir temprano).
Como era de esperarse, 2 que 3 personas me preguntaron por la niña con la que me habían visto, obvio no les podía decir que era toda un celebridad del medio, así que solamente me limité a contestar que era una amiga del DF.
En estos días aprendí que $360 por una botella de Bacardí Blanco es muy poco (
en un antro); que cuando nada te distrae, le puedes tomar fotos al techo; que mis amigas de Poza ni se inmutan cuando no les tomo la foto a ellas; que a mis amigas les gusta quitarme mi esquite; que tengo demasiadas historias cagadas, que a la gente le gusta reírse conmigo, pero prefieren reírse de mi; que los mensajes se deben de contestar desde la regadera; que las Divas pueden tardarse horas en arreglarse o solamente 10 minutos, que decir: “servicio al cuarto” no es broma (la gente tiene hambre); que llegar tarde al cine es el pretexto más usado para armar un pancho; que después de un pancho, pueden haber varios seguidos (
y salen con más facilidad que el primero).