¿Dónde deje mi inocencia?

A Marianita, de 3 años, su abuela le hizo un disfraz de Blancanieves; esto debido a que como buena niña chiquita, le agarró la moda de las princesas de Disney y ahora todas sus cosas deben tener esas imágenes.

Entre sus cosas se encuentra un gran número de objetos parecidos a estos:

Total que según me contaron, Marianita no tolera unos calzones que no traigan la imagen de alguna de las princesas de Disney, o todas. Y si algún día su mamá se le ocurrió decirle que se ponga otros, la niña al poco tiempo dice: “Mami, me molestan mis calzones, me puedo poner uno de los de las princesas, esos me quedan bien”. Su mamá a veces asiente y otras no, por lo cual es estado de ánimo de Marianita se ve a veces distorsionado por el tipo de calzones que trae (conozco niñas de más de 15 que sufren de lo mismo).

Pero bueno, el chiste de este post no es sobre ese rubro, ya que si hubiera querido quemar a alguien conocido por la comunidad lectora de este blog, hubiera contado todas las anécdotas de Milton y sus calzones del Pato Darwin (Darkwing Duck).

El chiste es que llevaron a Marianita a una fiesta vestida de Blancanieves, y la parte de arriba de su disfraz tiene un elástico que le aprieta en la parte alta de su pompa (si, las niñas chiquitas tienen pompas). Total que imaginemos a Marianita jugando en la resbaladilla con su amigo Erick, ambos llegan a la parte alta y ella siente el elástico a la mitad de sus pompas y lo confunde con sus calzones. Como ella es una niña muy precavida, decide no soltar sus manos del barandal de la resbaladilla y le solicita a su compañero, el cual la iba siguiendo, lo que leerán a continuación:

Erick, me subes los calzones, por favor.

Hoy yo me pregunto, en qué momento perdimos esa inocencia.