Lucesito Vs Elite 5

Lucesito es un pez beta, con colores brillantes y aletas presumibles. Era el beta más lindo que había en el +Kota de Perisur. Me lo regaló mi mamá, después de que mi querida “…” me había regalado un beta anoréxico y leproso que murió a los 3 días.

Este pequeño pez tiene 2 características especiales; es un cerdo y además un tragón de primera… ergo… caga más veces de las que puede contar. Para ponerles un ejemplo, la tarde que llegó a mi casa, lo instalé en un bombonera, la cual obviamente no tenía nada más que agua. Eso fue un viernes; para el domingo en la mañana el agua estaba ya turbia y el fondo dejaba ver una cantidad exorbitante de residuos, que seguramente llegaban al 70% del volumen que el mismo pez ocuparía.

Primero creí que poniéndole piedras iba esconder los problemas digestivos de Lucesito, pero no, el agua seguía turbia y sus desechos brillaban relucientes entre las piedras de río y azules que le puse al fondo de su pecera.

Cansado de cambiar el agua constantemente, le compré un filtro a su pecera de 5 litros. Si, 5 litros es demasiado para un solo beta, pero es Lucesito, y para él, no escatimamos ni recursos, ni espacio de buró.

Fui a +Kota y pedí un filtro para una pecera de 5 litros. El vendedor subió una escalerita y tomó una caja pequeña, que mostraba un enorme 5. Yo, le creí, y la compré sin siquiera leer las especificaciones.

Al llegar a mi casa, la abrí y noté en las especificaciones, que realmente el 5 hacía referencia a galones, casi 4 veces el contenido total de la pecera de Lucesito a su máxima capacidad. Introduje el filtro en la pecera y el pequeño pez se acercó a verificar la calidad de su nuevo compañero tecnológico. Sin más, asintió con la cabeza y me dispuse a conectarla.

De pronto todo había cambiado; los caballos de fuerza del filtro hacían que el agua se revolviera, y de igual manera las diminutas piedras que reposaban en el fondo, ya se encontraban circulando por las 3 dimensiones de la pecera.

Pero nuestro pequeño Lucesito no se iba a dejar intimidar por su agresor. Nado y nado, esquivando piedras, heces y uno que otro residuo de alimento que trataba de golpearlo.

La lucha era intensa, Lucesito peleo con más valentía de la que seguramente Toto tuvo cuando un tornado arrancó su casa de las tranquilas tierras de Kansas y la envió al Condado de los Munchkins, en el Reino de Oz.

4 horas después; Lucesito, cansado de pelear con un ente incansable, hizo lo que cualquier persona con sentido común haría: se avalanzó contra la Elite 5, atacó justamente la pequeña ranura por la que accede el agua obstruyendo el flujo vital del líquido. 10 minutos después, sin aletas y seguramente sin dignidad, Lucesito escuchó un ruido que le calmó el corazón.

Ahora todo está en paz; las heces y las piedras se encuentran ya en el fondo de la pecera. Lucesito nada tranquilo (un poco de lado, sin aletas, pero tranquilo). Un ser yace en el lado izquierdo de la pecera; quemado, inerte…

… sin vida