Y a ti, ¿cómo te recuerdan?

No les ha pasado que estando en cualquier lugar, se encuentran con alguien de su infancia, adolescencia o un amigo de la familia, lo saludan y le dicen: ¿a poco no te acuerdas de mi? Soy Germán.(persona con cara de Wey, yo no conozco gente tan pinche fea)… (y entonces agregan) Germancito. Y ya, (persona con cara de No mames, si conocía gente tan fea… Pero antes no estaba tan peor) te saludan y se van.

Como bien me enseñaron en la película Diarios de Motocicleta (que obviamente me obligaron a ver) es tiempo de decir: me cago en la concha de la lora!!!.

Tengo 23 años, tal vez no haya descubierto alguna verdad absoluta del universo, ni haya sido el campeón goleador de la selección de la escuela, es más, puede que mi mamá me haya sacado del karate por miedo a perder a su hijo y su prole de una patada directa a la entrepierna.

Pero coño… me cambiaba de cunas a las de mis compañeras en la guardería, sobreviví al Kinder sin un rasguño y además lo terminé con novia (tómala!!!), aprendí a leer y a escribir en chinga, di mi primer beso a los 5 años, creo que fui el primero de mi salón en sentir curiosidad por verle los chones a mis compañeras (lo se, fui una mala persona y me arrepiento), experimenté el que me obligaran a pedirle que fuera mi novia a una niña en quinto (por la que moría), jugué semana inglesa hasta con las hermanitas de mis amigas, me batearon muchas veces, me reprimí y me quedé sin llegarle a varias niñas (que wey), en fin… he pasado por todo lo que un pequeño ente de 23 años debería de pasar (y mucho más)… Es más ya hasta me sale el bigote… (poco, pero me sale)

Y estos cabrones me recuerdan como Germancito…

Germán, pa’ servir a Dios y a ‘ste!, que su dinero le costó a mi mamá mantenerme todos estos años.