domingo, septiembre 11

week... end?

Bueno, volvimos a ir al Hotel, esta vez no entramos y no fue por culpa de nadie. Ya seguramente todos saben lo complicada que se pone la cadena, los apretones para entrar, el tirón para subir y literalmente escalar “socialmente” y acceder al lobby.

Pepín, Cecile y Magali pasaron primero, pero justo cuando estiraba mi mano para tocar los dedos de Popeye, y ser en ese momento señalado como uno más de los agraciados para pagar al doble o triple una botella de alcohol; sucedió.

Mi hermano Toño dijo: “Hey, hay una persona aquí abajo”, de pronto todos nos abrimos en un círculo, mientras el Gran Popeye brincaba al centro para salvar a un triste muchacho que al parecer se encontraba durmiendo bajo los pies del tumulto que peleaba por 1 segundo de atención y un toque de mano. 5 segundos después, ya Toño tenía a una señorita entre sus manos, “rescatándola” de la asfixia que había obtenido como recompensa por 20 minutos de apretones y jaloneos de gente “nice”.

Ahora estaba en un dilema, yo a punto de pasar, y Toño, el Ruso, el Primo, Kino y Laura estaban concentrados en las operaciones de rescate. Nos reagrupamos y también nos dimos cuenta que ahora estábamos nuevamente hasta atrás de la muchedumbre.

4 llamadas de celular y de nuevo todos estábamos afuera. Encontramos a Sabor Latino, que por cierto estaba acompañada de su escolta, lo cual la hizo un poquito más mamona que de costumbre. Camionetas saliendo del estacionamiento, guarros con prisa y nuevas disposiciones pero faltaba algo.

El Primo estaba perdido, o mejor dicho. El Primo estaba ya dentro del Hotel, había pagado el cover y tuvo que salir para unirse a la caravana. Rápidamente llegamos al Worka, acceso inmediato, como debe ser y algunas negociaciones para no pagar el cover. 15 minutos después ya estábamos bebiendo en nuestra mesa.

Ya éramos más, muchos más del número inicial. 17 jóvenes degustábamos el corriente ron y vodka que había en nuestra mesa.

Baile, conversaciones que no llevaban a ningún lado, 4 cigarros, un par de nalgas postizas, una bandera de tequila y una pelea después, nos retiramos. Puedo decirles que extrañaba mandar mensajes de celular, pero creo que ya puedo prescindir de ellos otra vez.

Este fin de semana alguien aprendió que una venta de garaje no es literalmente comprarle el garaje a tu vecino.

Yo aprendí que puedo ponerme un sombrero, que el alcohol no siempre es tan malo, que un cigarro, 2, 3 o 4 no hacen la diferencia, que hay niñas de 17 años con prótesis en sus pompas, que mi prima y Sabor Latino se pueden barrer, insultar y mirar feo (las 3 cosas a lo pendejo), que venden Liquid Cocaine y le ponen “truco” (y solo cuesta $80), que te pueden mirar diferente por no traer ringtones nacos en tu celular, que es mejor dormir cansado y que a veces la gente tiene mejores cosas que hacer.

1 Comments:

At 2:09 p.m., Blogger homero said...

Se ve que te fue bien. Saludos a todos,jajajaja...Sabor Latino, no mames, jajajajaja...
Ah! Ya abrieron tambien aqui "El Hotel".

 

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