domingo, marzo 8

El desayuno de Pump

Con más de 15 horas de anticipación le solicité desayunar Mixiotes en mi lugar favorito; soportado por le hecho de haber desayunado Sushi un día antes (por mas bizarro que suene el hecho de desayunar a las 3 p.m.).

Me desperté y prendí la computadora; su marido me marcó para decirme que pasaba por mi en 20 minutos… los cuales se convirtieron en 40 (ingrese el lector aquí el sonido de mi estómago solicitando con urgencia la primer ingesta alimenticia del día).

Nos perfilamos a los tacos de Mixiote; y, cuando ella vio el puesto callejero: sin mesas, ni sillas, ni un techo donde resguardarse de los rayos solares; su (digámoslo así) clase no le permitió detenernos.

“¿Qué van a decir los Corcuera, los García-Sainz, los Garza Sada?” y así, haciéndonos ver que ella no comía en mercados, tianguis o puestos callejeros seguimos de largo, llevándonos mi antojo y haciendo más intensos los movimientos y contracciones que mis órganos internos hacían para recordarme que era tarde y debía comer inmediatamente. Pump recomendó un lugar de barbacoa; a lo cual tanto su marido como yo asentimos sin saber el lugar al que con engaños ella nos estaba llevando.

El lugar, irradiaba chivo; y no es que yo tenga nada en contra de ese animal, o de los suculentos platillos que con él se preparan. Pero si hay cosas que no tolero es el hecho de comer (codo a codo) a un lado de una persona que no conozco. Las tortillas enormes, la carne era poca; al grado de que una sola tortilla podía darle dos vueltas a la escaza (pero suculenta) carnita.

Pump preparó con alegría su consomé, los sazonó con las delicias que había en la mesa y hasta uso el limón para cortar un poco los 300 ml que tenía dentro de su plato. Solamente dos cucharadas después de iniciar, su boca susurró: “no me gustó”.

Así terminó mi desayuno, con una banda que tocó solo una canción; un músico que cantaba washi-washeando, un viene-viene con mas senos que el 20% de las mujeres y 200 pesos mas propina por 4 tacos y un consomé.