jueves, abril 19

Karma call

En serio, yo sabía que tenía saldo a favor en aquello del KARMA.

Y a pesar de haber sido un día de perros en la oficina, llenos de barriles, juntas y demás, no podía terminar tan mal.

Y le tomó tiempo, pero sabía que debía acercarse ella; fue esa mezcla entre te miro, me miras, nos miramos, nos sonreímos, pero aún así finjo desinterés. El pretexto obvio fue el cigarro, que yo no tenía en la mano, y ni siquiera cerca en la mesa. Antes de haber negociado por su teléfono, tuve un suicidio neuronal y le entregué el cigarro, el cual amablemente le encendí.

Y como si hubiera tenido un script digno de comercial de Ron Antillano, las cosas se dieron de la manera menos natural para que termináramos bailando. Fue un balón muy bien bajado, y organizado para que las cosas se dieran… lo importante del suceso fue que esta vez, la iniciativa no la tenía yo.

Si en este momento me preguntaran que fue lo que más me llamó la atención, habría que contestar que fue el outfit.